Una Mente Diferente
Ahora, con todo eso, trata de imaginar lo que sentirías en un salón de clases con 30 compañeros, con un espacio limitado, todos hablando y moviéndose al mismo tiempo. Afuera del salón hay otros sonidos y muchas cosas están pasando. Para mantener el orden la maestra tiene que alzar la voz, así que su grito te lastima, de hecho, te duele.
Te piden que pongas atención a alguna explicación, que no te muevas y mires a la maestra a los ojos. Te cuesta mucho trabajo mantenerte sentado sin moverte de tu lugar. Necesitas moverte para sentirte bien, pero si te paras o te mueves demasiado la maestra te llama la atención porque interrumpes la clase.
Si la miras a los ojos no te puedes concentrar en lo que dice. Sus ojos te distraen, te incomodan, quieres ponerle atención a lo que dice pero verla a los ojos al mismo tiempo… es demasiado. Necesitas ir creando en tu mente las imágenes de lo que te dice, pones atención a cada uno de los detalles y los guardas en tu memoria, para eso necesitas no verla a los ojos. Pero la maestra no entiende. Piensa que eres grosero, que no le pones atención o que no te interesa.
Luego te piden que realices algún trabajo, y no sabes como empezar. Te paralizas. Sabes que lo debes hacer, quieres cumplir pero, el tema no te interesa para nada y además… ¿por donde empezar? El ruido sigue, las luces siguen, los olores siguen… La maestra te llama la atención “¿qué no piensas trabajar?”
Por fin se acaba la clase, es hora del recreo. Tus papás te dieron dinero para ir a la cafetería y comprarte algo, pero tienes que hacer cola. Como te cuesta trabajo percibir tu lugar en el espacio no te das cuenta que estas dejando mucho espacio entre tú y el de adelante, así que muchos aprovechan, otros malinterpretan y se te mete medio mundo en la fila. Para cuando llegas a pedir tu comida faltan 10 min para que termine el recreo. Te comes el lunch y buscas a alguien con quien jugar. Eso de por si, ya te cuesta trabajo, pues pasa una Catarina o cualquier cosa y atrae tu atención. Por fin encuentras a alguien, quieres jugar, pero no sabes como. No entiendes las reglas de sus juegos, no sabes como acercarte. Lo mas seguro es que no te hagan caso. Te sientes solo. Te quedas solo, queriendo estar con ellos, pero no puedes.
Por ahí anda un niño que no le caes bien, y como el se siente rechazado o tiene sus problemas, te molesta. Y tú no sabes defenderte. Te enojas y el niño se regocija.
Después de un día así ¿No te darían ganas de gritar, llorar, golpear?
Y si lo hicieras, las maestras y tus compañeros ¿Te entenderían? ¡Claro que no! Serías el raro del salón, tendrías malas calificaciones, no serías popular.
¿Y si todos los días de tu vida fueran así? ¿Cómo crecerías? ¿Qué pasaría con tu autoestima? ¿Te gustaría vivir en este planeta?
Esto es lo que vive muchos días Marquito. Él tiene Síndrome de Asperger.Y por eso no asiste a una escuela...EL APRENDE EN CASA
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